Por qué las dietas no funcionan y cuál es el secreto para acabar con la obesidad

Te aseguro que si lees este artículo vas a entender muy fácilmente porque las dietas casi nunca funcionan a largo plazo. ¿Cuál es el problema y cuál es la única solución natural para poner fin a este ciclo vicioso?

Por muchos años la comunidad médica pensó que estar en sobrepeso era un simple problema de fuerza de voluntad. Y que la acumulación de grasa ocurría cuando consumíamos más calorías de las que quemábamos. La solución era: “comer menos y moverse más.”

El hecho de que un tercio de la humanidad tenga sobrepeso, de que 108 millones de Norteamericanos hagan entre 4 o  5 dietas al año y que el 99% de éstos fracase, me hace reflexionar y nos indica claramente que algo no está funcionando.

Hay 3 factores fundamentales que debemos entender para encontrar esa solución que siempre hemos soñado, llegar a nuestro peso ideal y mantenernos: cómo funciona la fuerza de voluntad,  el mal funcionamiento del cerebro (hambre insaciable) y qué son las ansias abrumadoras.

Fuerza de Voluntad 

Es muy fácil culpar a la fuerza de voluntad. Por lo general pensamos que la fuerza de voluntad es un aspecto de nuestro carácter, como una cualidad que se vuelve más efectiva entre mas nos comprometemos. Pensamos que la controlamos. Pero la fuerza de voluntad no es lo que pensamos y no funciona como creemos.

Cada vez que inicia el año, vemos a millones de personas empezando dietas y en gimnasios diciendo, esta vez sí lo voy a lograr.  Lo que no entendemos es que estas dietas requieren de nuestra fuerza de voluntad para ser efectivas. Te dicen que comer, que no comer, que ejercicio hacer y cómo hacerlo y después te dejan solo para que lo hagas a largo plazo. Esta es la razón por la que en Febrero los gimnasios se empiezan a vaciar y en Abril las personas ya están empezando su segunda dieta.

La fuerza de voluntad es una función muy sencilla del cerebro. Es importante saber que la fuerza de voluntad no es solo una facultad mental para resistir la tentación, también preside funciones como la capacidad de concentrarnos, monitorea nuestras tareas, regula nuestras emociones, y lo más importante nos ayuda a decidir.  ¿Alguna vez le ha pasado, al final del día, que dices “ya no puedo tomar más decisiones”? Por ejemplo: a la hora de cenar dices “escoge tú” o “vamos donde tú quieras.” Esto es lo que los científicos conocen como “fatiga mental.” ¡Y es real!

Resistir la tentación es una de las cosas que agota la fuerza de voluntad. Un estudio demostró que las personas pasan en promedio 4 horas al días resistiendo algún tipo de antojo o deseo: dormir, sexo, placer, o ver redes sociales. Pero el que más nos agota es resistirse a la comida y está demostrado que en promedio pensamos en comida 221 veces al día. 

Pensamos más tiempo en comida al día que lo que nuestro cerebro tiene la capacidad de resistir. Ahora puedes empezar a entender que la idea de que alguien pueda perder peso solo por querer hacerlo es sumamente complicada. 

El Cerebro (hambre insaciable)

La ciencia está avanzando y recientes descubrimientos indican que no engordamos por comer más, sino que comemos más porque nuestro cerebro ha sido secuestrado por la comida procesada y manda señales como: “no estoy lleno”, “quiero más”, “tengo antojos”.

En 1994 científicos demostraron que un tipo de ratones enormemente gordos sufría de una mutación genética y no podían parar de comer. El gen afectado, el cual no poseía este tipo de ratones, era el responsable de generar una hormona que suprimía el apetito llamada Leptina. Al administrarles la hormona inyectada los ratones dejaban de comer y perdían peso rápidamente.

Por esta razón, se pensó que se había descubierto el remedio para la pandemia de obesidad en el mundo. Pero años más tarde, se descubre que la leptina en los humanos es producida por las células grasas, por ende, entre más grasa acumulada tenemos más leptina tenemos en el torrente sanguíneo.

El principal efecto de la leptina es reducir el apetito, lo cual tiene mucha lógica para la supervivencia. Si tienes muchas reservas de grasa, las mismas producen más leptina para mandar la señal al cerebro de que no necesitas comer tanto.

Ahora viene lo interesante, se observó que las personas obesas no respondían igual que los ratones. Al contrario, los niveles de leptina eran tan altos que siempre tenían hambre. Aquí se descubre la primera clave al problema del sobrepeso, la leptina ya no estaba haciendo efecto y habían desarrollado, lo que hoy se conoce como, resistencia a la leptina.

Piensa cuando vas a una discoteca o a un concierto con música muy alta que quedamos medio sordos por un tiempo. Los niveles tan altos de leptina hacen insensibles a los receptores, si nuestro cerebro no puede escuchar esa señal que dice “estoy lleno”, seguiremos comiendo.

Ahora viene entonces la pregunta más importante, ¿cuál es la causa de la resistencia a la leptina? Ésta sin duda es la clave para poder terminar con el problema de la obesidad.

Muy recientemente, un equipo del Centro Médico de UCSF, liderado por el Dr. Robert Lustig, descubrió la causa que está generando tanta resistencia a la leptina. La causa es la INSULINA, la cual está bloqueando la leptina en el cerebro.

Ya hoy en día todos sabemos algo de la insulina, sabemos que tiene que ver con la diabetes y con los niveles de azúcar.

Les cuento sobre la insulina, nuestro cuerpo necesita azúcar en la sangre para producir energía a nivel celular. Sin embargo, el azúcar no puede entrar directamente en la mayoría de las células, cuando comemos y se incrementa el nivel de azúcar en la sangre, el cerebro (hipotálamo) le dice al páncreas que envié insulina al torrente sanguíneo. La insulina se adhiere a las células y les dice que se abran y absorban el azúcar de la sangre. La insulina le puede decir al cuerpo usa el azúcar para energía ya o guárdala para el futuro. Ayuda a que los niveles de azúcar no estén ni muy altos (hiperglicemia), ni muy bajos (hipoglicemia).

Cualquiera que haya leído sobre el incremento de la Diabetes Tipo 2 a nivel mundial, entiende que es debido al cambio radical en la alimentación, que ha llevado a nuestros cuerpos a niveles donde no debíamos estar.

Los científicos sabían que la obesidad estaba ligada al exceso de insulina, pero es hasta ahora, que el equipo de UCSF descubre la relación entre la insulina y la leptina.

¡Ya lo sabemos! La insulina está bloqueando la leptina, y en el peor lugar posible, neurológicamente hablando, en el tallo cerebral.

¿Por qué están importante esto? Porque es la parte del cerebro que está encargada de las cosas que no podemos controlar: respirar, tragar, la presión sanguínea, las funciones cardíacas, entre otras. En pocas palabras, aunque tratemos no podemos manipular el tallo cerebral. 
Por ejemplo, si vamos a subir unas escaleras y decidimos respirar suave va a llegar un momento en que vamos a necesitar más oxígeno y el tallo cerebral va a hacer que respiremos más fuerte queramos o no. No lo podemos controlar y cuando hablamos de mantenernos vivos, el tallo cerebral es el encargado.

Aquí es donde la leptina está siendo bloqueada. La parte primordial del cerebro, la que es prácticamente imposible controlar, no está recibiendo la señal de que estamos llenos o que hemos comido demasiado. Las personas que tienen resistencia a la leptina, el cerebro cree que se están muriendo de hambre, es por esto que envía la señal que tenemos que comer, por lo que comemos y comemos… 

¿Y qué comemos? Exactamente la comida que nos mantiene los niveles de insulina altos.

En resumen, ya entendimos que estamos comiendo demasiado de la comida equivocada, la comida que hace que nuestros niveles de insulina aumenten. El incremento de insulina bloquea la leptina, que hace pensar a nuestros cerebros que morimos de hambre. Entonces, vamos a buscar más comida pero nuestra fuerza de voluntad no está ni cerca de ayudar porque le hemos usado para muchas actividades durante el día.

Ahora que entendemos la fuerza de voluntad y el mal funcionamiento de nuestro cerebro (hambre insaciable), vamos a ver la tercera forma: cómo nuestro cerebro nos bloquea para no poder perder peso (Ansias Abrumadoras)

Ansias Abrumadoras

En principio ansias abrumadoras y hambre insaciable suenan muy parecidas, es verdad que el resultado de ambas hacen que comamos mucho más de la comida que no necesitamos, pero ¡no son lo mismo!

¿Cuál es la diferencia? Cada una surge de diferentes mecanismos del cerebro. 

El Hambre Insaciable se origina ya que la leptina es bloqueada en el tallo cerebral, lo que ocasiona que queramos comer todo el día, sin la habilidad del cuerpo de decirle al cerebro que ya no necesita más.

Ansiedad Abrumadora son los atracones de comida (binge). Por ejemplo: cuando manejamos largas distancias para buscar alguna comida que nos gusta, o cuando vamos en la noche a un supermercado a comprar algo que se nos antoja y lo abrimos apenas salimos sin poder esperar llegar a la casa.

El Núcleo Accumbens es la parte del cerebro que regula el placer, los premios y la motivación.  Dentro de él hay una cantidad de neuronas que son activadas por la dopamina, quien está encargada de motivar nuestro comportamiento. Por eso, es que muchas actividades estimulan la dopamina como el ejercicio, el sexo y sobre todo comer.

Miles de años atrás tuvimos que aprender a responder al estímulo diciendo “Quisiera tener más de eso” y así poder sobrevivir con lo que podíamos cazar o conseguir para alimentarnos.

Pero ese estímulo ha cambiado durante los años y la cantidad de comida a la que estamos expuestos en todos lados y a todas horas nos genera un estímulo mucho mayor del que nuestros cerebros están diseñados a soportar.  No estamos hechos para liberar estas cantidades de dopamina y al sobre estimular el cerebro, éste responde diciendo: “esto es excesivo, no necesitamos ni cerca de tanto estímulo por estos lados”. Pero al sobre estimularlo constantemente el cerebro se adapta y esto se conoce como down regulation o regulación negativa.

Downregulation es el proceso en el que el cerebro achica los receptores de dopamina para adaptarse a la sobrecarga. Así, la próxima vez que lo sobre estimulamos la respuesta puede ser más apropiada.

Suena perfecto, solamente que ahora estamos cambiando la fisiología del cerebro. Si la estimulación no es tan grande no nos sentimos tan bien, no estamos satisfechos y necesitamos más.

¿Cómo funciona esto? Cuando pensábamos en comida hace 1,000 o 500 años la diferencia era gigante. Años atrás uno tenía que ir a cazar o a buscar en el campo lo que iba a comer cada día. 

El azúcar refinado no estaba en nuestras dietas hasta los años 1700 y se propagó después de la segunda guerra mundial cuando empezó la revolución de la industria alimenticia y el marketing detrás de ella.

En 1973 cambios en la politica agricola de USA y subsidios hicieron que el jarabe de maíz de alta fructosa entrará en la película como una alternativa de endulzante barato. La realidad es que hoy, el 75% de los productos procesados que se venden en el supermercado contienen azúcar y la misma se esconde hábilmente en las etiquetas con más de 50 nombres diferentes.

El azúcar es fundamental para la industria alimenticia, ya que aparte de saber bien, hace que nuestro cerebro se sienta bien y pida más y más.  

Los Antojos 


Entonces, ¿qué está pasando en el cerebro? Estamos saturando los receptores con dopamina y los estamos disminuyendo. ¿Con qué frecuencia pasa esto? La leptina está bloqueándose constantemente en el cerebro lo que nos hace ir por más comida. Si estás comiendo mucha comida procesada, esos receptores de dopamina están siendo atacados cada ciertas horas durante el día.

Además, tenemos muchas otras cosas que estimulan el cerebro y liberan dopamina como tomar café, fumar, ver pornografía, drogas y alcohol entre otros. Pero solamente la sobre estimulación por comer azúcar y harinas blancas son un problema suficientemente grave que debemos tomar en cuenta.

El azúcar y las harinas blancas son sustancias sumamente adictivas y este ejemplo nos ayuda a entenderlo. La hoja de coca y la amapola (poppy) son plantas que son consumidas naturalmente y no se conocen efectos negativos de ellas, el problema es cuando se refinan y se procesan que se convierten en cocaína y heroína respectivamente.

El azúcar sale de la planta de la caña de azúcar, remolacha y maíz. Son comidas que comemos y que no nos causan adicción del todo, pero cuandos se refina el azúcar se convierte en una sustancia adictiva.

El harina blanca sale de varias plantas y todas son saludables en su estado natural, pero cuando la refinas y purificas se convierte en una sustancia adictiva.

Sé como te puedes sentir al leer esto, pensamos que sin esta comida en nuestras vidas no vamos a poder vivir. Pero claro que lo vas ha poder hacer, millones de personas están dejando de comer azúcar y harinas blancas. 

Los receptores de dopamina se regeneran. Vas a estar bien, vas a estar mejor que bien. Porque pronto vas a estar en camino a tu peso ideal, mucho, más feliz, con más confianza, y libre del daño que estas sustancias te están haciendo.

Hoy en día es muy fácil comer sin azúcar y harinas blancas, casi todo lo que comemos tiene sustitutos, inclusive postres, chocolates, panes, pastas y pizzas. 

Es un tema de cortar una adicción de la que estamos expuestos desde niños, después aprender cómo sustituir, cómo leer etiquetas y cómo llevar este nuevo estilo de vida.

Lo que se necesita es un plan que asuma que las personas no tienen nada de fuerza de voluntad, porque en determinados momentos no la vas a tener, pero que de igual manera  funcione.

Es una adicción,   puedes combatirla por tu cuenta, al igual que un fumador que un día dice no fumo más y lo logra.  Para los que no lo pueden lograr por sí solos existen alternativas y la más efectiva que existe en este momento es el Método Abrahamson.

Es un tratamiento natural con más de 90% de efectividad histórica que limpia y balancea las energías, desactivando los receptores que producen la adicción. Por lo que, libera a las personas de la adicción a los alimentos que contienen azúcar y carbohidratos adictivos.

El Método Abrahamson está diseñado para quitarte la carga de la fuerza de voluntad, dejarás de pensar que eres débil para tomar decisiones. Recuerda, has usado esa parte del cerebro que no es la adecuada para este tipo de responsabilidades.  

En Abrahamson Center no solo te ayudan a resolver el problema, de quitarte la adicción al azúcar y a los carbohidratos adictivos, sino que cuentan con un equipo de profesionales que te monitorean, te llevan de la mano, te enseñan cómo transformar tu estilo de vida y cómo dejar de comer por ansiedad.

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