En el mercado existen múltiples opciones para dejar de fumar: desde parches, chicles, pastillas e hipnosis. Muchos de estos tienen diferentes formas de funcionar, pero con tasas de efectividad menos favorables para sus usuarios. En este artículo vas a encontrar una revisión de las inyecciones para dejar de fumar y su comparación con nuestro método.
De todos los métodos utilizados para quitar en las personas las ganas de fumar, el menos común es el de las inyecciones. Sin embargo, estas funcionan muy parecido a otros métodos que se administran vía oral: reemplazan la nicotina por dosis reducidas y utilizan anticolinérgicos, un químico que inhibe la acción de la acetilcolina, la sustancia que produce síndrome de abstinencia.
¿Por qué reemplazar la nicotina?
La nicotina es el principal foco de atención en los científicos que se dedican a estudiar formas químicas para quitar las ganas de fumar. Hasta la actualidad se han diseñado pastillas, terapias de reemplazo de nicotina, uso de antidepresivos y más recientemente han aparecido inyecciones para dejar de fumar.
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Incluso se sabe de una vacuna para dejar de fumar que se encuentra en proceso de desarrollo.
En cada una de estas opciones, se utiliza nicotina, parte del veneno adictivo de los cigarrillos para curar las ganas de fumar.
Esto ha tenido sus adeptos y también sus detractores. Principalmente, porque reemplazar la nicotina implica que la persona deja de utilizar los cigarrillos para obtener el efecto de relajación que se obtiene al inhalar por pequeñas dosis que se suministran a través de pastillas o parches. Incluso chicles.
La persona deja el hábito de fumar, pero mantiene su cerebro “dopado”.
Si bien la mayoría de estos métodos cuentan con “aprobación” científica y recomendaciones por parte de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos), lo único que logran es que la persona deje un hábito, manteniendo su cerebro secuestrado por los efectos de la nicotina. El constante suministro de nicotina, aunque en pequeñas dosis, aumenta igualmente el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas al cáncer.
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Por esta razón, muchos de los que optan por estos tratamientos recaen después de un tiempo.
En el caso de las inyecciones, actualmente se ha presentado solo una opción en el mercado que dice tener resultados. Se trata de la inyección creada por el médico israelí Jacob Hiller, con la que dice cortar los efectos de la abstinencia en el cerebro, y sí la persona puede dejar de fumar rápidamente. Sin embargo, en la práctica no se cumple de esa manera.
Con esta inyección, las personas tienen alrededor de 7 días para trabajar con otros mecanismos que les ayuden a cortar las ganas de fumar de una vez por todas. El efecto de la inyección dura solo 7 días, pasado este tiempo, pueden volver a sentir ganas de fumar y por lo tanto, los síntomas de la abstinencia.
Método Abrahamson Vs. Inyecciones para dejar de fumar
Las inyecciones para dejar de fumar se encuentran en fase de desarrollo. Hasta el momento, no han obtenido una aprobación por organismos internacionales como la OMS para ser aplicadas. Por otro lado, solo ofrece una ventana de 7 días para que la persona logre cambiar sus hábitos.
Lo que se comprende en miedo al fracaso, utilización de múltiples herramientas para lograr un objetivo, mayor inversión de tiempo y dinero y poca garantía de efectividad.
En el caso del Método Abrahamson, la persona que desea dejar de fumar puede encontrar una terapia que le quita las ganas de fumar de manera natural, sin intervención de químicos y sin efectos secundarios, que quitará las ganas de fumar de una manera fácil y rápida.
La terapia aplica medicina alternativa para limpiar el aura de la persona tratada, lo que balancea su campo energético y la persona deja el centro sin sentir ganas de fumar. 9 de cada 10 personas solo quieren una sesión para lograrlo.