En la actualidad, cuando una persona busca tips para dejar el azúcar, bajar de peso y controlar la diabetes, los sustitutos de azúcar surgen como una alternativa para seguir disfrutando de los placeres del dulce en su café, bebidas favoritas y hasta en postres. Se han realizado muchas investigaciones sobre la inocuidad de los edulcorantes, y los resultados son contrastantes, por ello hoy analizaremos qué tan buenos son estos productos para la salud.
Cero azúcares, cero calorías
La recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que la ingesta de azúcar sea solo del 5% al día, lo que equivale a 25 gramos. Por su parte, los sustitutos de azúcar más famosos como la sucralosa o el aspartame prometen aportar cero azúcar y cero calorías, lo que ha potenciado su consumo porque el consumidor promedio piensa que cero azúcar es mejor.
Sin embargo, el consumo de edulcorantes se asocia con alteraciones metabólicas; por ejemplo, el ciclamato se absorbe en pequeñas cantidades y se elimina por la orina, sin embargo se convierte en ciclohexilamina, sustancia potencialmente tóxica, que interfiere en la síntesis de las hormonas tiroideas y que puede producir alergias, además es potencialmente cancerígeno y se debe evitar en niños y mujeres embarazadas.
Por su parte, la sucralosa no se metaboliza como azúcar y se elimina por la orina, sin embargo, en su paso por los riñones puede reducir las bacterias intestinales buenas, provocando trastornos gastrointestinales, migrañas, alergias, eleva los niveles de azúcar en la sangre y se relaciona con el aumento de peso.
Sabor dulce y adicción
Una de las consecuencias más graves de los edulcorantes es que endulzan hasta 100 veces más que el azúcar, por lo que acostumbran al paladar y al cerebro a los sabores dulces, lo que provoca un incremento en el antojo por comer pan, tomar refrescos y numerosos alimentos procesados, en los cuales los sustitutos de azúcar son parte de los aditivos.
Una gran cantidad de comida contiene edulcorantes, desde las sopas instantáneas, las frituras picantes, refrescos, jugos, bollería industrial, entre otros, que incrementan el apetito, empeoran el síndrome metabólico, el sobrepeso, la obesidad, hipertensión y otros padecimientos derivados.
Consumidor más confiado…
Los consumidores que piensan que al no añadir calorías ni azúcares con sus bebidas “light” son más propensos a permitirse otros alimentos más calóricos: por ejemplo, una hamburguesa grande con papas fritas. Sin embargo, en estos casos puede presentarse un desequilibrio en el cerebro al percibir las señales de dulce y azúcar, que impide detectar adecuadamente el contenido energético de lo consumido.
Entonces, ¿Qué hacer?
Educar al paladar para dejar de enmascarar los sabores reales de los alimentos naturales con sustancias perjudiciales, que nos causarán adicción es el primer paso, el segundo es decirle adiós a las recompensas que le damos a nuestro cuerpo con dulces que solo dañan nuestra salud es el segundo.
Idealmente, dejar de consumir azúcar y sustitutos artificiales es lo mejor, optando por el delicioso sabor de las frutas naturales, sazonando los alimentos que cocinamos con productos naturales como la sal y el limón, y si el antojo de dulce es demasiado, te recomendamos los sustitutos naturales como la Stevia, planta originaria de Brasil, que puedes tener en tu jardín y usar en forma de té o extracto para seguir disfrutando de tus postres favoritos.
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